Bergelon

«No había necesidad de ser médico para establecer el diagnóstico: Bergelon tenía resaca. No resultaba desagradable en sí, sobre todo mientras permaneciera en la cama. Estaba sudando y le parecía que, junto con el sudor, brotaba lentamente de su piel toda la fatiga, todo cuanto de malo contenía en su interior. Sin contar aquella especie de cosquilleo que produce una herida cuando se cicatriza...»